En esta noche tan especial, nos reunimos para celebrar la Navidad, una fiesta que tiene un significado profundo para muchas personas. Para los cristianos, es la celebración del nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios. Pero antes de Jesús, esta era una fiesta de fertilidad y renacer: el solsticio de verano, el día más largo y luminoso, celebrado desde antiguo por los pueblos de todo el planeta.
Es así como estamos repitiendo este rito milenario, un rito de unión y de esperanza. Un rito de amor. Los ritos son importantes, porque nos dan identidad, nos recuerdan que hay una realidad paralela invisible a los ojos, pero tan o más real que la otra. Y en el reconocimiento de nuestra ignorancia, pausamos un momento nuestros egos, nos reconocemos en intensa comunión y agradecemos el momento.
La Navidad es una fiesta de luz que brilla en la oscuridad, una esperanza que nos anima a seguir adelante, y un amor que nos une a todos.
Dejemos que esa luz nos inspire a ser mejores personas, a ayudar a los demás y a construir un mundo más feliz.